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miércoles, 30 de enero de 2013

LEJOS DE SODOMA


Abram acampó en la  de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en  manera (Genésis 13:10-14)
Lot había llegado a ser parte del pueblo de Sodoma. Él no se había metido en la maldad de este pueblo; no participaba en sus prácticas inmorales. Pero al estar sentado a la entra de la , indicaba que él se había vuelto parte del  de la ciudad. Era en la entrada que se hacían los negocios, era ahí donde estaban los ancianos de la ciudad, y por su presencia ahí vemos que Lot había llegado a integrarse totalmente a la ciudad.
Nosotros podemos empezar viviendo a la orilla, pero tarde o temprano como Lot, vamos a adentrarnos más en la vida que nos llama la atención. El mundo nos atrae, y podemos pensar que nos quedaremos a la orilla pero siempre terminamos adentro.
Cuando Lot decidió ir a vivir a Sodoma nunca fue su intención  de las maldades que allí se practicaban. De paso, Lot trató de no ser como los sodomitas. De igual manera cuando pretendemos vivir a la orilla, pronto nos encontramos cayendo más y más adentro, así como Lot se encontró más y más envuelto en la vida de Sodoma.
Llegó el día en que Dios decidió destruir la ciudad, por su gran maldad. Este evento como todos los  de  en la Biblia, es una anticipación del gran juicio que hará Dios al de los siglos. Podemos decir que es como un símbolo de ese evento. Y vemos que Dios le ofreció a Lot una salida. Él fue salvado de la destrucción. Pero ¿qué pasó? Él  todo lo que tenía. Tuvo que abandonar todos sus bienes en Sodoma y huir. Lo más triste es que su esposa se había quedado enamorada de la vida en Sodoma y miró atrás, perdiendo así la vida.
El mensaje para nosotros es muy claro. Si nos envolvemos con las cosas del mundo, si nos dejamos llevar por las actitudes de los que nos rodean, se empezamos a pensar como ellos, entonces terminaremos perdiéndolo todo. Si gastamos nuestra vida en la acumulación de cosas, si vivimos para nosotros mismos en lugar de servir a otros, terminaremos con las manos vacías.
Pero lo más triste es que esas decisiones no sólo nos afectan a nosotros. También afecta a quienes nos rodean. En este caso, la decisión de Lot de vivir en Sodoma, de conformarse, le costó la vida a su esposa. De igual manera, si usted decide vivir a la orilla del mundo, tarde o temprano los deleites del mundo lo llevarás al fracaso espiritual. ¿Qué será de su familia? ¿Qué será de sus hijos? ¿Se dejarán ellos llevar por esas cosas? ¿Seguirán su mal ejemplo?
La lección de la vida de Lot es que las cosas que el mundo nos ofrece, por más  que sean, nos dejarán en la bancarrota. Las fiestas, los entretenimientos que no son sanos, las amistades que nos influyen para mal, inclusive esa música que nos gusta pero que no conviene, puede ser el comienzo de una gran caída.
¿Qué cosa tendrá que cambiar en su vida para que deje de vivir a la orilla de Sodoma, y viva más bien en la ciudad de Dios? ¿Qué programa tendrá que dejar de ver? ¿Qué música dejará de escuchar? ¿Qué amistades tendrá que dejar? Quizás cuando conoció por primera vez a Cristo, dejó todas esas cosas. Quizás se fue lejos de Sodoma pero ahora estás muy cerca de ella.
El apóstol Pablo nos insta a no conformarnos al mundo actual, sino más bien ser transformados mediante la renovación de nuestra mente. Lot nos da un ejemplo muy fuerte de lo que sucede cuando una persona que está dentro del pacto de Dios empieza a conformarse al mundo. Hermano, hermana, si usted deja que los susurros del mundo le atraigan, si cree que puede vivir a la orilla, se está exponiendo a un grave peligro.
Mi querido hermano, mi querida hermana, el fracaso espiritual no sucede de la  a la mañana. Cuando acariciamos un pecado, tarde o temprano seremos controlados por él. Aléjese de todo aquellos que afecta su vida espiritual. Lot en lugar de apartarse de Sodoma, eligió vivir cerca de ella. Esa decisión tuvo una consecuencia: su .
Cuanto más nos consagramos a Dios, menos somos atraídos por las cosas del mundo, aferrémonos más a Cristo y aunque vivamos en este mundo, no dejemos que su influencia nos lleve al fracaso espiritual.
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